Hipótesis y punto de vista
“El origen de la
tierra radica a partir de los siguientes hechos; un Dios omnipotente el cual
siempre ha existido, y como muestra de su gran poder, ha creado el universo
para su gloria, iniciando con una gran explosión de gases y polvo a
temperaturas bastante elevadas, para que después esas altas elevaciones
de temperatura empezaran a bajar, lograran congelarse y originar así, una
segunda explosión.
Esta segunda explosión trago consigo, la formación de la tierra, y con
esta, la caída de los meteoritos o cometas provenientes del espacio que
impactarían con sus microorganismos de extrémofilos, contaminando toda la
tierra y reproduciéndose para dar vida microbiana mucho más compleja que
alcanzaría la imagen y semejanza que tenía el Dios creador”.
“El origen de la
tierra radica a partir de los siguientes hechos; un Dios omnipotente el cual
siempre ha existido, y como muestra de su gran poder, ha creado el universo
para su gloria, iniciando con una gran explosión de gases y polvo a
temperaturas bastante elevadas, para que después esas altas elevaciones
de temperatura empezaran a bajar, lograran congelarse y originar así, una
segunda explosión.
Esta segunda explosión trago consigo, la formación de la tierra, y con
esta, la caída de los meteoritos o cometas provenientes del espacio que
impactarían con sus microorganismos de extrémofilos, contaminando toda la
tierra y reproduciéndose para dar vida microbiana mucho más compleja que
alcanzaría la imagen y semejanza que tenía el Dios creador”.
Todas
estas teorías se basan en la creación de la vida pero con distintos orígenes,
por ejemplo, el creacionismo dice que fuimos creados por un ser supremo “Dios”,
la teoría del bin bang o la teoría de la gran explosión que es un modelo
científico que trata de explicar el origen del universo y su desarrollo
posterior a partir de una singularidad espacio temporal; y la teoría de la
panspermia donde se afirma que la vida es proveniente de los meteoritos o
cometas que cayeron a la tierra. Por lo que un hecho a tener en cuenta es que
si bien la teoría de la evolución no abarca aspectos propios de la explicación
causal del origen de la materia o del espacio, adquiere todo su realismo y
hasta su sentido, como prolongación de dichos acontecimientos extraordinarios. Es evidente que aunque la teoría de la evolución no se refiere a los
acontecimientos anteriores a los seres vivos, éstos son herederos y
consecuencia del mismo impulso creador que tendría su origen en la gigantesca
explosión conocida como “big-bang”. La aparición de los primeros seres vivos se
entiende hoy como el fruto de unas transformaciones sorprendentes de la materia
inorgánica, como algo procedente del mismo envite creador, consecuencia del
dinamismo y de las propiedades con que surgió la materia.
Para
quienes encuentran un punto de dificultad en la admisión de la teoría evolutiva
por razones religiosas, y más en particular en el contexto de la tradición
cristiana, hay que señalar que el Génesis no debe suponer una dificultad, ya
que el relato bíblico no es un libro de ciencia, ni expone una relación
científicamente exacta de los hechos cronológicos de la Creación del mundo,
ciertamente no de forma súbita ni simultánea para todos los seres, sino de
manera ordenada y sucesiva hasta llegar al hombre. Se trata de un relato sobre
el origen de todo basado en la Revelación divina, adaptado en cuanto a la
expresión literaria a la forma de pensar de la época en que fue escrita.
Dejando
por sentado el respeto debido a los avances científicos en materia de evolución,
es necesario añadir que también debe ser respetado el derecho a la duda en
aquellas cuestiones que la ciencia no ha llegado a resolver experimentalmente.
En este sentido hay que reconocer que sigue siendo un misterio insondable el
origen de la materia que está en la base de la comprensión de todo cuanto nos
envuelve. La ciencia es demostrativa no intuitiva. Su campo de aplicación es el
del estudio de los fenómenos naturales y dado que hay fenómenos naturales que
por ahora se escapan a la experimentación o a la demostración empírica, no se
puede ni se debe entrar en polémicas sobre cualquier idea que trate de dar una
explicación, incluso sobrenatural, simplemente porque se aparta del método de
análisis habitual de la ciencia. Deben cuando menos respetarse las ideas que
traten de explicar cualquier fenómeno de la naturaleza que permanezca
científicamente inexplicado, sencillamente porque la cualidad más genuina del
ser humano, la razón, le induce a buscar respuestas a todo lo que le obsesiona.
Es por tanto fundamental señalar que los descubrimientos científicos no han de
ser desatendidos o ignorados por quienes mantienen a ultranza una lógica de
trascendencia de la existencia de cuanto nos rodea, del mismo modo que no es
propio de la ciencia despreciar o ignorar cualquier idea que escape a su ámbito
de actividad, al menos hasta que no se demuestre lo contrario.

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